Anoche, mientras estaba en los brazos de Erinni, lo comprendió todo. En el fondo seguía siendo aquel chiquillo sucio y desharrapado, enfadado con el mundo por las cartas que le habían tocado en suerte, solo y traicionado, sabiéndose indigno de se...
Y de repente, Dayan necesitó sentir el contacto con sus labios, el roce de su piel, el calor de sus manos. Lo necesitó con tanta urgencia que creyó que moriría si no lo conseguía. Perdió la cabeza y la besó. Tan fantástico como fue el beso, f...