Vaya aquí la consabida advertencia sobre los derechos de reproducción y demás zarandajas, cosa que, para el siglo veinticinco, de poco nos va a servir; quizá, sin embargo, en el año 2099, fecha en la que suceden los hechos que aquí se narran, sigamos todos vivos para comprobar que nadie ha hecho ni una triste fotocopia ilegítima y que los formatos de lectura digital no han cambiado nada... Se nos ve preocupados por el pirateo, ¿verdad?