Yo no sé nada de Dios (...), pero sí sé algo de la tradición. Tú y yo somos gente literal. Sea cual sea la interpretación más obvia, ésa es nuestra verdad. Cuando las iglesias antiguas proclamaron sus leyes, sentaron un precedente. Ellos creen que la tierra consagrada rechaza nuestras almas y, puesto que su convicción es tan fuerte, nuestros cuerpos sienten dolor.