—Ni siquiera sé por qué vine—dijo ahora con furia después de mirarme intensamente —Simplemente sé que cuando lo supe, tú eras la única persona en la que podía pensar, la primera persona que apareció en mi mente. —Aquí estoy para ti, nunca olvides eso, yo jamás te voy a dejar. —¿Por qué? No deberías hacerlo, yo solo te he hecho sufrir, no me merezco que me apoyes, deberías echarme, odiarme, burlarte de mí desgracia. —Porque yo nuca podría dejarte, ni burlarme de ti, te amo y no importa lo que hagas no voy a dejar de hacerlo. —Lo lamento, pero yo no puedo.