Hay gente que se enamora de los pájaros. Te enamoras de su canto, de sus alas, de su forma de volar o de cazar. Entonces te lo quedas y lo encierras en una jaula de madera. Lo miras cada mañana, le sonríes, pero el pájaro deja de volar, de cazar, de cantar. Sus alas se marchitan, y un día, sin saber por qué, despiertas y dejas de mirarlo. Ya no te importa si es feliz, si le brillas los ojos; te limitas a alimentarlo, toleras su presencia y te acostumbras a el, pero el pájaro ha perdido sus encantos. cansado del pájaro te enamorarás de otro lobo, con otros encantos...