[…] en esta totalidad apenas es ya posible la distinción conceptual entre los negocios y la política, el beneficio y el prestigio, las necesidades y la publicidad. Se exporta un “modo de vida”, o se exporta a sí mismo en la dinámica de la totalidad. Con el capital, los ordenadores y el saber-vivir, llegan los restantes “valores”: relaciones libidinosas con la mercancía, con los artefactos motorizados agresivos, con la estética falsa del supermercado.