Pensar que la literatura entre nosotros llega al pueblo es una mentira: el pueblo no sabe leer, y si sabe aún no puede ir más allá de los comics y las fotonovelas; además, el libro es caro, casi un objeto de lujo. En definitiva, la literatura mexicana se desenvuelve dentro de un círculo vicioso burgués: la escribimos los burgueses, la leemos los burgueses y la criticamos los burgueses. Todo queda en familia.