Si se lo permitimos, los niños pueden enseñarnos la salida. Hay una historia muy conocida de una madre que entra en la habitación de su hijo recién nacido y se encuentra a su otro hijo, un niño de cuatro años, asomado a la cuna. -Tienes que contarme cómo es el cielo y cómo es Dios -le implora el niño a su hermanito-. ¡Estoy empezando a olvidarme!