Siempre hay un rey sobre un caballo en las viejas ciudades; lo custodian las fuentes y los niños y un insólito pájaro. Cuando los veo, pienso que la muerte mira de las estatuas armada hasta los dientes, con sus ojos de bronce clausurado. Si pregunto por ellos, me describen galopes y batallas. Nunca al caballo libre en las praderas ni al señor en su casa. Todos cuentan la historia por las guerras en las viejas ciudades y por más que pregunto nadie sabe describir la morada donde amasaba pan el panadero y su mujer hilaba. La historia que nos cuentan es la historia de una que otra batalla, pero jamás nos dicen que, entretanto, el labrador sembraba y que, segando el trigo de la vida, los jóvenes se amaban mirándose a los ojos, como miro la paz en tu mirada, mientras paseamos por la antigua plaza con un rey a caballo donde juegan los niños y las fuentes son catedrales de agua. La paz, amor, es ese pájaro insólito que, a veces, se posa en las estatuas.