Si tuviera que resumir mi vida lo haría en una sola frase: lo que no se me hizo un trauma, se me convirtió en un vicio. Ahora soy ese lío de heridas, miedos, inconexiones de las que no pude deshacerme y de pequeños excesos que me ayudan a soportarlas, es decir, a barrerlas bajo la alfombra. No sé cuál de ellos acabará por matarme, aunque sospecho que será, como todo, una combinación de ambos.