Los humanos juraban cumplir su palabra poniendo por testigos a los dioses, pero ¿ante quién podrían jurar los propios inmortales?
Por encima de todo, había aprendido la lección que su soberbio hijo jamás entendería. Que el verdadero poder, si quiere perdurar, debe ser anónimo, permanecer oculto y manejar los hilos desde las sombras. Pues si nadie sabe donde reside, nadie i...
Aquella arruga reflejaba dos características de su naturaleza: su mal carácter y su perenne perplejidad ante cualquier operación mental más compleja que sumar dos y dos con los dedos.
Al principio eran ninfas de blancos brazos y turgentes pechos que seducían a los hombres; pero luego, cuando cundió la voz y los jóvenes ya no eran tan incautos de dejarse dominar por la lujuria, las náyades se mostraban en su verdadera forma, y ...
Atenea se dio cuenta de que todas las miradas estaban clavadas en ella; y, en el caso de los hecatonquiros, eso significaba muchos ojos.
Cuando se le agotaba el fuego, ingería de nuevo la lava que había vomitado o devoraba las armas de los enemigos caídos y las fundía en el crisol que tenía por estómago.
De los bosques salían ménades y sátiros furiosos que exterminaban aldeas enteras. Sólo mataban, sin saquear como hacían los humanos, puesto que aquellos seres de la espesura no ambicionaban posesiones materiales.