Sentía los latidos del corazón con fuerza en la garganta y se aceleraban más, a medida que me acercaba a él. Verlo tan gallardo en su caballo, esperándome con esa sonrisa que me dominaba, que me hipnotizaba, que me estremecía y me hacía decirle “sí” a todo sin poder negarme, hacía que me enamorara más de él.