Volvió al auto, calcinado por el sol y partió lanzándose en medio del tráfico, dejando todo atrás. Mientras conducía, se encontró jugueteando con una moneda, pasándosela entre los dedos. La miró fijamente durante unos instantes y dijo en voz alta: «nacimiento y muerte, dos caras de la misma moneda y el sutil espesor de la misma, la vida que existe en medio». Tal vez se estaba tornando filóso, dijo para sus adentros, riendo y haciendo volar la moneda por la ventanilla.