La sombra se endureció. Oscureció su semblante. Bajó el rostro y la mirada. Cerró los párpados con rabia y dejó de mirar el fuego. Sintió cómo las llamas seguían ardiendo dentro de él. «Huye», se decía, «corre, teme al fuego, pero no importa donde vayas, no importa lo que hagas... Nada te salvará de ti, Gryal, contigo estarás toda tu vida».