El único problema era que Francisca ya no era una niña, tenía 14 años y a esa edad aparecen los granos en la cara... y las inseguridades en el alma.
Es más fácil ocultar una espinilla en la punta de la nariz, que el amor.
Sus palabras eran el extintor de incendios que acababa de apagar una discreta llama: la historia que inconcientemente Francisca había comenzado a escribir en su cabeza.
Enójate, ponte furiosa si quieres, pero no dejes que esos sentimientos te duren más de 5 minutos, porque si lo permites, entonces habrás perdido la batalla.
Por qué rayos me siento tan triste cuando papá hace cosas por mi bien?