Habían pasado toda la mañana en la cama. Juntos... Entre caricias, besos, y risas volvieron a hacerse el amor con más lentitud que la primera vez. Los jadeos y los suspiros sustituyeron a las palabras. Las miradas que se prodigaron dieron forma a sus sentimientos. Sus manos, sus cuerpos transmitieron todo lo contrario que sus miedos impidieron ofrecerse. Se habían reencontrado, se habían amado, y Álex temblaba ante el futuro que se le presentaba con León. [Capítulo 8, Alex y León]