Parecía resignado a la soledad, pero su herida seguía abierta, si bien ahora era una hemorragia interna.
Conocía demasiado bien la soledad. Y ahora sería más cruda que antes, pues tendría clavado como un aguijón el recuerdo de la dicha fugaz que había conocido.
¿Quién soy? ¿Para qué vine al mundo? ¿Por qué no puedo encontrarle gusto a la vida?Los filósofos no son los únicos que se hacen estas preguntas: también los vividores profesionales. La diferencia es que nosotros no buscamos respuestas: sólo...