Reconoce que es bastante difícil -le dije-. No insultarte es como negar una verdad universal. Es lo más bonito que me han dicho nunca -ironizó él.
Había creído amar al amor. Había abrazado la idea de enamorarme y ser feliz con mi príncipe azul, pero como no lo había encontrado, yo misma me encargué de creer a aquel que se había disfrazado de él.