—No vas a renunciar a mí, ¿verdad? —No —respondió, y lo hizo con absoluta seriedad. Él era suyo, la única persona que había sido suya. Y lo necesitaba, necesitaba a aquel policía que reprimía su dolor con puño de hierro, que mantenía sus cicatrices bien ocultas—. No voy a renunciar a ti. Sus ojos centelleaban. —Buena chica.
Related Authors: Maya Angelou William Shakespeare Mahatma Gandhi Winston Churchill Dr. Seuss Walt Disney Mark Twain