Me refiero al error de hablar y tratar no con el hombre mismo sino con el retrato -casi el <>- que nos hemos hecho de él in mente. Y tiene que desviarse enormemente de este retrato para que lleguemos a darnos cuenta siquiera de ello. En la vida real las palabras y actos humanos, si bien se mira, pocas veces salen de un personaje o de lo que nosotros atribuimos a su personaje. (Y ésta es una de las cosas en que la vida se diferencia de las novelas) Siempre le queda en la manga alguna carta que desconocíamos.