Curioso: tal como el escritor selecciona un género -muchas veces no por voluntad propia, sino por las afinidades, las inclinaciones, los gustos- en el cual se siente a sus anchas, lo mismo sucede con el lector. Piénsese cuántos lectores hay que en su vida no han leído más que una novela policíaca; otros, que únicamente se han asomado a la poesía, o los que desde luego nada más se han detenido en las novelas de ciencia ficción. De todos y cada uno podría decirse lo mismo: felices ellos. Porque persisten. Y porque, cuando menos hasta que terminen lo que están leyendo, tienen un motivo más para vivir.